La resistencia al cambio es un proceso natural en nuestra sociedad, posiblemente vinculado con el propio instinto de supervivencia, tal como se caracteriza en el padre de familia prehistórica de la película animada The Croods.
Así, se dice que cuando se inventó la imprenta, habían sectores de la sociedad que alertaban que las personas iban a perder la capacidad de memorizar, o de manera más reciente con la televisión, cuando se señalaba que sus contenidos demeritaban la capacidad de razonamiento de las personas, e inclusive, se le atribuyeron cualidades alienadoras o de dominación por parte de los grupos poderosos.
No obstante, el tiempo pone todo en su lugar y al día de hoy, es posible advertir que esta resistencia al cambio facilitada por las tecnologías, no sólo fue infundada, sino contraria a la propia evolución de la humanidad, el día de hoy, las expectativas de vida se siguen incrementando, gran parte de las enfermedades se encuentran controladas y el conocimiento se ha vuelto el principal insumo para controlar nuestro entorno, ya sea a través de capacidades humanas o artificiales.
Las oportunidades facilitadas por el cambio no son tan fáciles de identificar, ya que todavía hay quienes culpan a Netflix de haber disminuido las ventas de las televisoras, o de haber desaparecido las rentas de películas; señalan a plataformas como Uber, Didi, Cabify, de irrumpir ilegalmente en el transporte público, o a Airbnb, de afectar las ganancias de la industria turística; así como las voces que no tardarán en denunciar que los robots y la automatización de servicios por medios digitales les están quitando el trabajo.
Es decir, cada vez es más frecuente que las máquinas y aplicaciones informáticas puedan llevar a cabo funciones que eran reservadas al ser humano en cualquier sector de la economía, tanto en la producción, en la transformación y en la provisión de bienes y servicios, que permiten utilizar máquinas de siembra, riego y cosecha; ensamblar vehículos y productos de manera automatizada, así como, la provisión de productos y servicios sin la intervención humana, tales como servicios de autotransporte automatizados; entrega de productos a través de drones; provisión de servicios a través de ventanilla digital; entre otros.
Sin embargo, un principio en sistemas implica que para su correcto funcionamiento debe cuidarse tanto la estructura del sistema, a fin de asegurar su correcta operación, así como el contenido de las entradas e insumos que se incorporan al sistema, que resultan críticos para la obtención de los mejores resultados, es decir, si a un sistema le proporcionas basura, el sistema arrojará basura, pero si le proporcionas insumos de calidad, obtendrás productos de calidad.
En la planeación y gestión de proyectos, empieza a causar temor o dificultad la justificación de la estructura orgánica de las empresas, que cada vez encuentran mayores oportunidades de prescindir de servicios humanos, como en el caso de los bancos que a través de operaciones electrónicas y cajeros inteligentes, pueden disminuir de manera radical sus requerimientos de personal.
En ese escenario surgen nuevas interrogantes tales como ¿cuáles son las nuevas capacidades requeridas por la industria digital? ¿Cómo se modificará el comportamiento de las personas ante una mayor libertad de los medios físicos facilitada por las tecnologías?.
Ante estos supuestos, las empresas y el capital humano que logre una mayor adaptabilidad a estos nuevos requerimientos obtendrán mayores beneficios, puesto que si bien es cierto que las industrias tradicionales eventualmente permanecerán, verán disminuidos sus beneficios de manera considerable, como en el caso de las televisoras, que verán reducidos sus ingresos por publicidad, debido a que en la actualidad los consumidores han modificado sus hábitos, ya que además de haber disminuido su acceso a televisión, consumen el triple de contenido digital.
Por otra parte, los teléfonos inteligentes se han vuelto el principal instrumento de conexión con el mundo a través de la appificación, a través de la cual, no solamente puede llevar una serie de funciones especializadas, sino que también constituyen su medio de conexión con otros dispositivos como televisores, relojes, vehículos inteligentes, configuración de objetos conectados a internet; constituye medio de pago electrónico en negocios y cafeterías; permite mediar y alertar sobre condición física y de actividad; entre tantas posibilidades.
En la sociedad de la información y el conocimiento cada vez más adquieren mayor valor las soluciones, entendidas éstas como el conocimiento aplicado y la capacidad de transformar la información sobre problemáticas concretas, y es ahí, donde el factor humano siempre será necesario.
Por ello, tecnologías como robótica, minería de datos, big data, inteligencia artificial y blockchain serán cada vez más usuales en nuestro entorno y las empresas deberán ser cuidadosas en su implementación, ya que deberán no solamente aplicar las tecnologías de manera asertiva, sino saber capitalizar y transformar los recursos humanos disponibles para lograr un mayor avance, evitando caer en la tentación de llevar a cabo recortes masivos.
Lo anterior en el entendido que si bien la trasformación digital se traduce en un cambio necesario facilitado por las tecnologías, éstas no dejan de ser herramientas; por tanto, el factor humano administrado adecuadamente, seguirá siendo clave para el éxito económico de las empresas en la economía e industria digital, debido a una de las capacidades humanas más distintivas: la creatividad e innovación.
Abogado especializado en TICs, privacidad y cumplimiento legal. Maestro en Derecho de las Tecnologías de Información y Comunicación por INFOTEC.