Son más de 100 años los que las mujeres han alzado la voz en un lucha por sus derechos frente a una sociedad que invisibilizó el respeto de los atributos que le corresponden como persona, lo cual, solamente es una perspectiva de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer de este año.
Del sindicalismo a la privacidad, el reconocimiento de los derechos de la mujer y la perspectiva de género, encierran una gran reflexión por parte de quienes integramos la sociedad, en la cual, el análisis desde la perspectiva masculina en cada ocasión representa una nueva aproximación conceptual que haga de esta fecha una oportunidad de construcción de una diferenciación igualitaria.
Lo anterior es así, puesto que desde una sociedad llena de estereotipos y roles, es difícil que una persona puede dejar al margen de su opinión ciertos dejos de actitudes contrarias al feminismo, como la del autor, que considera que gran parte del respeto a esta lucha, es dejar ser, para que en el devenir de los sucesos , sean las propias mujeres las que nos indiquen el curso de esa línea de bienestar que necesitan para su realización como mujeres. Una perspectiva sin duda polémica, puesto que este avance idiosincrático en muchas ocasiones se debe a la intervención decidida de hombres feministas convencidos de que necesitamos una sociedad distinta, en el que las coincidencias de la convivencia, mantengan una fuerte convicción de las diferencias, como una fuerte base para la equidad.
Así, a pesar de que algunos tratamos de identificar nuestra participación en conceptos tales como sororidad (mezcla entre sonoridad y solidaridad, a fin de hacer visible y perceptible el apoyo entre mujeres sobre cuestiones de género), bropropiating (acción relativa al apropiamiento del mérito de una mujer), mansplaining (relativa a la actitud de superioridad implícita de los hombres de explicar las cosas condescendientemente a las mujeres), micromachismos (expresiones o gestos machistas que se emplean cotidianamente y son socialmente aceptados), manterruption (dominio de una conversación por parte de un hombre que interrumpe o descalifica las conversaciones femeninas) y el victim blaming (concepto asociado en culpar a la víctima en la causa del delito, en el caso de las mujeres, en el concepto relativo a que los abusos por cuestión de género les es atribuible a ellas).
El proceso de deconstucción es variado desde lo social a lo individual, sin embargo, solamente a partir del convencimiento de las y los involucrados podremos enfrentar mejores condiciones, a partir de la sensibilidad frente al fenómeno, en principio, con visualizar dentro de la agenda la necesidad de abordar el feminismo como una exigencia de igualdad y justicia social.
Es así, que a pesar de que un hombre sea muy sensible y empático con la defensa de la equidad de género, difícilmente podrá desarrollar sororidad frente al género femenino, por el simple hecho de que este concepto se ha determinado por y para las mujeres, lo que provoca que un hombre que no tenga un elemento femenino en su autodeterminación, no podrá generar sororidad.
Ejemplos como éste, demuestran las grandes virtudes de la corriente feminista, la cual desde una perspectiva masculina y aproximación primaria (del autor), empiezan no solamente a exigir una equidad viva, sino un espacio de lo femenino en donde los hombres no busquemos una intervención, sino que sea un espacio meramente para ellas. En este proceso, signos que han sido impulsados por mujeres y hombres como el lenguaje inclusivo, candados legislativos para asegurar la equidad, medidas administrativas que prevengan abusos y establezcan protocolos de actuación frente a riesgos de violencia, son pequeños esfuerzos que permitan que esta lucha encuentre sus primeras victorias y reafirme su significado.
Por ello, parte de la lucha que a las mujeres les toca impulsar atañe a la seguridad en el ciberespacio, tema que es importante, porque ellas mismas lo han definido así, ya que si bien en este entorno virtual la afectación no distingue género, también es así que el grado de afectación no es el mismo, y las expresiones que tratan de asimilar como un mismo tipo de agravio, no son otra cosa que micromachismos que no permiten abordar el problema a fin de determinar su magnitud.
Por ello, el violentómetro virtual creado por el Frente Nacional para la Sororidad abre un nuevo abanico de exigencias frente a la civilidad que debe coexistir en internet, que muchas veces pasa desapercibido por los intereses creados sobre el particular y una industria lucrativa basada en la pornografía y actividades relacionadas.
Aquí es donde nosotros como hombres, tenemos mucho que aportar, no por tratarse de una acción de sororidad, sino de solidaridad y sana convivencia, como en el famoso caso de los “packs” en los cuales es tan simple como tener una cuenta de mensajería instantánea a través del cual se comparte material del contenido erótico sexual, del cual no sólo se desconoce su procedencia, sino su seguridad y si la o el titular de la información brindó su consentimiento para su reproducción y distribución, por lo que el problema no se limita a la privacidad de los datos personales, sino a los derechos de uso y explotación en propiedad intelectual.
Encontramos ya algunos precedentes interesantes sobre estos fenómenos en la Corte, sin embargo, ¿resulta suficiente? a mi parecer no. Actualmente el uso de algoritmos permite identificar el contenido que circula a través de cualquier plataforma, por lo que la cuestión técnica no es el problema a resolver, al contrario, en este caso la propia privacidad de las comunicaciones es la que ampararía la posibilidad de que el contenido a transmitir no pueda ser censurado o analizado, ya que constituiría una intromisión en las comunicaciones privadas. A mi parecer no habría tal dilema, ya que a través de algoritmos basados en inteligencia artificial, es posible que se detecte al usuario y eventualmente establecer canales de confirmación para validar que se trata de un contenido de uso legítimo, a través, incluso, de las propias licencias.
Así, a diferencia del uso indebido de la información no consentida para su uso con fines de publicidad a través de algoritmos basados en inteligencia artificial y aprendizaje de máquinas, como estrategia para evitar o disminuir violencia en internet, considero que podría constituir un parámetro válido.
Mientras tanto, además de las medidas legislativas adecuadas para inhibir el manejo ilícito de información privada e íntima, como son videos de contenido sexual, a los cuales se les denomina “packs”, ya que en diversas ocasiones se asocia a un paquete de contenidos relacionados con filtraciones sobre una persona y que en muchas ocasiones se debe a violaciones de seguridad o a una transmisión dolosa por parte de uno de los involucrados, a lo que se ha definido como porno venganza, una de las mejores medidas que podemos tomar sobre el tema es no participar con la difusión de ese contenido que llega a nuestros dispositivos y terminar con esa cadena negativa.
Hasta la próxima.
Abogado especializado en TICs, privacidad y cumplimiento legal. Maestro en Derecho de las Tecnologías de Información y Comunicación por INFOTEC.