La red social de videos se ha convertido en un paraíso para los más pequeños. Dibujos animados las 24 horas los 365 días del día, a elección.
No es necesario aguardar el horario de la programación. Y se suma a ello un mundo fantástico de los youtubersque agregan magia, color y un mundo ideal. Sin dudas, una realidad especialmente peligrosa para nuestros niños.
Ryanes el nombre de un niño, de la edad de mi hijo de 6 años, que tiene su propio canal y solo abre juguetes, fenómeno mundial denominado unboxing. Muchos juguetes. Miles de juguetes regalados por empresas para publicitar. Su canal ostenta 13 millones de suscriptores, y cien millones de visualizaciones.
Mi hijo me pedía juguetes casi todos los días, indicándome su nombre y marca, y fue así que descubrí el canal de este niño.
En este novísimo mundillo aparecen las marcas, siempre atentas a buscar nuevas formas de comercialización, de publicitarse y vender más. Así es que una buena parte de los ingresos de los youtubers son los aportes publicitarios. Algunos reciben los productos gratis y con ello alcanza. Pero los más profesionalizados pueden cobrar entre 500 a 6.000 euros por vídeo para hacer publicidad.
El problema que veo en todo esto es que la publicidad es oculta, es engañosa e intenta confundir a los niños, sin el más mínimo control de nadie.
No existe en nuestro país una ley específica que regule la publicidad en internet, en realidad no existe ninguna ley específica que regule la publicidad. Algunas cuestiones regulatorias surgen de la Ley de Lealtad Comercial o de la Ley de Defensa del Consumidor, pero en ninguna obtendremos soluciones radicales para la publicidad en niños.
España tiene una ley específica que regula la publicidad infantil en la televisión, y ya están trabajando para que se extienda a internet. Sobre el tema exigen que los anuncios de juguetes dirigidos a menores deben separarse claramente de los programas. Esta simple medida es un alerta y evita el engaño. En el mismo sentido, también sería aplicable la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico (LSSICE) que establecen que “las comunicaciones comerciales realizadas por vía electrónica deberán ser claramente identificables como tales, y la persona física o jurídica en nombre de la cual se realizan también deberá ser claramente identificable”.
La simple aclaración de que se trata de publicidad es lo mínimo que se debería exigir para evitar el engaño. Si un influencer nos miente diciendo que un producto es genial y destaca cualidades falsas, cuando en realidad le han pagado para decir eso es grave. Pero si encima esa mentira le llega a un niño es gravísimo.
EEUU exige en el contenido que se indique que es publicidad, y es por ello que veremos en videos de ese país la advertencia “sponsored”. Claro es que la indicación torna menos atrayente (y menos engañoso) el mensaje. Por ello, muchas celebrities cumplen la ley escondiendo la indicación en un hashtag como #sp (sponsored) o #ad (anuncio), algo que las autoridades no avalan.
En las condiciones de uso de YouTube, se pide que el creador del canal marque una casilla para etiquetar cada vídeo como patrocinado, pero eso no se hace porque justamente esos videos se excluyen de la plataforma YouTube Kids, justamente la plataforma donde las empresas quieren vender.
Mientras no haya legislaciones específicas y un control eficiente de las autoridades estatales, la responsabilidad de lo que ven nuestros hijos es únicamente de nosotros, los padres.
Nota publicada en el diario El Cordillerano.
Abogado Argentino especializado en Derecho informático y Nuevas Tecnologías. Docente e Investigador en UES 21. Director de consumidorenlaweb.com